martes, 22 de marzo de 2011

El cerebro en la toma de decisiones (sesgos y trampas)

Es necesario señalar que en todo momento de nuestra vida tenemos que tomar decisiones y que mientras mas complejas e importantes son más probabilidades de distorsión tienen, puesto que suelen ser las que entrañan mas hipótesis, mas estimaciones y mas aportaciones de personas, cuanto mas haya en juego mayor será el riesgo de caer presa de una trampa psicológica.
Cuando hablamos de trampa psicológica nos referimos a las trampas y sesgos del cerebro.
Según los autores: John S. Hammond, Ralph L. Keeney, Howard Raiffa, examinan ocho trampas sicológicas que afectan la forma en que tomamos decisiones
Las trampas ocultas en la toma de decisiones son:
1. La trampa del anclaje nos lleva a darle un peso desproporcionado a la primera información que recibimos.
2. La trampa del statu quo nos hace caer en el sesgo de mantener la situación actual, aun cuando existen alternativas mejores.
3. La trama del costo hundido nos inclina a perpetuar los errores del pasado.
4. La trampa de la evidencia corroborante nos lleva a buscar información que respalde una predilección existente y a descartar la información contraria.
5. La trampa del marco de referencia sucede cuando establecemos incorrectamente un problema, socavando todo el proceso de toma de decisiones.
6. La trampa del exceso de confianza nos hace sobreestimar la precisión de nuestras predicciones.
7. La trampa de la prudencia nos hace ser demasiado precavidos cuando hacemos estimaciones de sucesos inciertos.
8. Y la trampa del recuerdo nos impulsa a darle un indebido peso a hechos recientes y dramáticos.
La mejor forma de evitar todas estas trampas es la toma de conciencia. Las malas decisiones a menudo pueden rastrearse a la forma en que se tomaron las alternativas,
Los investigadores ya llevan más de medio siglo estudiando el funcionamiento de nuestra mente en la adopción de decisiones. Esta investigación reveló que existen mecanismos inconscientes que nos ayudan a resolver problemáticas.
Tenemos distorsiones, fallas en la percepción, defectos que actúan de manera silenciosa e invisible. Estas trampas de nuestro cerebro, de nuestra mente, también se denominan sesgos Stuart Sutherland (Irracionalidad, el enemigo interior, año 1992, Pág. 7) comienza su Prefacio diciendo:
Con todos mis respetos a Aristóteles, cabe afirmar que la conducta irracional no es la excepción sino la norma. Reúne en su libro a los diferentes factores causantes de la conducta irracional, entre ellos los sesgos sociales y emocionales, los sesgos de pensamiento sistemáticos y los muchos caprichos del pensamiento provocados por fallas de la percepción y del razonamiento.

Kahneman y Tversky establecen que el ser humano utiliza normalmente tres métodos heurísticos que son empleados en la toma de decisiones bajo incertidumbre, para medir probabilidades y predecir valores y que estos métodos, si bien son legítimos, conducen a errores sistemáticos. Este grupo de sesgos actúa especialmente en las situaciones de incertidumbre.

Los sesgos más frecuentes

Por otro lado, otros autores (Hammond, Keeney y Raiffa, 1998) (Sutherland, 1992) dan cuenta de los sesgos y/o efectos más relevantes, documentados y verificados en la mayoría de los comportamientos analizados por sus investigaciones exhaustivas. Estos son: Efecto marco o El principio de invariación o La trampa de la expresión, Axioma de Independencia, Efecto de la situación creada, Efecto de comprobación, Efecto de los costos irrecuperables (costos hundidos), Efecto Exceso de confianza, Efecto del Criterio Pesimista (Lo mejor de lo peor), Hábito de la obediencia, Efectos de pertenencia e interacciones entre grupos, Sesgo de dominancia fáctica, Existencia de estereotipos, Falta de coherencia, Analogías con el pasado y Emociones.

El origen de esta trampa psicológica está basado en dos factores: uno de ellos es nuestra tendencia a decidir inconscientemente lo que queremos hacer antes de saber el porqué; y el otro es nuestra inclinación a sentirnos más comprometidos por las cosas que nos gustan que por las que no nos gustan.

Decisiones más eficaces
para eliminar estos sesgos y moldear de la mejor manera la realidad y tomar la mejor decisión es necesario, aumentar el poder de intuición. Los instintos deben ser incorporados al proceso. De la misma manera ser sujetos a análisis riguroso para poder eliminar de nuestra mente los prejuicios y sesgos que nos impiden la percepción de la realidad, fundamentalmente en anular las diferentes alternativas, ya que de su creación dependen directamente las soluciones. Así como también someterse a un auto examen continuo, por ejemplo preguntándose a sí mismos: ¿por qué están haciendo lo que hacen?, ¿Es adecuado para mí, para la organización, para el grupo, para la empresa? La conciencia de uno mismo es un criterio esencial para los decisores eficaces.

En concordancia con lo que dice Chris Argyris (año 1966), ningún hombre por sí solo puede poseer todo el conocimiento necesario para adoptar una decisión eficaz. El trabajo en equipo es esencial. Si los aportes personales son necesarios en las reuniones del grupo, es necesario crear un clima que fomente la innovación, la asunción de riesgos, la flexibilidad y la confianza, la igualdad sincera entre directivos en las conversaciones que mantienen entre sí. El valor de un grupo consiste en aprovechar al máximo los aportes de los individuos.
Tomando en cuenta lo antes expuesto podemos decir que cada uno de los sesgos y trampas que se encuentran en nuestro cerebro, no es más que el dominio o desequilibrio psicológico a el que podemos llegar si no tenemos control de si mismo y ponemos en practica la participación para tomar la decisión correcta siempre y cuando se hable de instituciones o cuando se considera que de esa forma se tomara la decisión eficaz, sin olvidar que las trampas son utilizadas de manera oculta.